Julio Herrera, autor del libro, y Hugo Morán, durante el acto de presentación
JESÚS FARPÓN Oviedo, L. Á. V.
«La ganadería tradicional ha sido un medio de protección del entorno de los lagos y lagunas asturianos, aunque en ocasiones también se han cometido barbaridades, como en el lago Sobia (Teverga), cubierto con plásticos», indicó ayer el fotógrafo y editor Julio Herrera, durante la presentación, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, de su último trabajo. Se trata de una guía lacustre de Asturias que aúna imágenes e información práctica para quien quiera descubrir «unos lugares mágicos y misteriosos, donde se superponen agua y piedra, y que son extremadamente cambiantes».
Herrera, autor de numerosos trabajos que reflejan la belleza natural de Asturias, ha invertido varios años en este libro, editado por Lente Azul, de la que él mismo forma parte. El fotógrafo resaltó el mundo de contrastes de los lagos asturianos, que son más bien lagunas y, por tanto, «extremadamente frágiles», por lo que llamó a esmerar el celo en su conservación.
No sólo están los contrastes morfológicos, al encontrarse los lagos en el entorno de la cordillera Cantábrica, enfrentados a la verticalidad de picos y laderas, sino también los cromáticos. «Encontramos el lago Negro, que adopta ese color por sus 50 metros de profundidad; el verdoso lago Chau, cerca del puerto de La Mesa; el azul cielo del Ubales (Somiedo), o el tono férrico de las lagunas de Muniellos», comentó. El volumen recoge 40 lagos y lagunas, 27 de ellos tratados individualmente, con guías de ruta sencillas pero detalladas. El diputado socialista Hugo Morán, prologuista del libro, deseó que éste «no se convierta en un testamento para las futuras generaciones», ya que el frágil ecosistema de la montaña asturiana está en grave riesgo por el cambio climático.
Visto en: LA NUEVA ESPAÑA