Foto: Juan Plaza.
La imagen de Luis Miguel Domínguez (Madrid, 1963) se asocia rápidamente a la temática naturalista gracias a sus numerosas intervenciones en diversos medios de comunicación como divulgador de los valores medioambientales. Escritor, productor e investigador con diversos galardones por su trayectoria, Luis Miguel Domínguez se encuentra estos días en Gijón participando en la VII Edición del Congreso Ibérico sobre Recursos Genéticos Animales, que ayer arrancó como un avance de la muestra agroalimentaria y ganadera Agropec, que se inaugura hoy, a las 12.00 horas, en el recinto ferial Luis Adaro de Gijón.-¿Qué vincula a un naturalista a los recursos genéticos animales?
-El compromiso con las razas autóctonas en peligro de extinción. Lamentablemente, ha habido una ruptura con aquellos que consideran necesario proteger la naturaleza silvestre, como el oso pardo, el urogallo o el lobo, olvidando la ganadería tradicional. Hay que defender ambas.
-¿Llega tarde el interés por salvaguardar las cabañas autóctonas?
-Sí, pero nunca es tarde si la dicha es buena. De todas formas, hay que implicar también al ciudadano, educarlo como consumidor para pedir unos determinados productos relacionados con razas vinculadas a un territorio. Así, desde el mercado y con el dinero de nuestro bolsillo, conservaremos animales y plantas que de otra manera no tendrían protección. No hay que meter a las vacas de raza casina en un zoológico, sino buscar su rentabilidad. Estos ejemplares dan trabajo a muchas personas y además están modelando un paisaje.
-¿Es por tanto la rentabilidad económica la línea de salvación de estas razas en extinción?
-La rentabilidad no tiene por qué ser sólo en materia de alimentación. Por ejemplo, si el Gobierno de Asturias dice en su lema: «Paraíso natural», supone que todo el turismo vinculado a la región es el que tiene que propiciar la conservación y respeto a elementos esenciales de su paisaje. Forman parte del patrimonio, y no debe importar sólo a cuatro locos que aman la naturaleza. Las administraciones deben tomar parte.
-¿Cuál es la especie en Asturias que menos se está cuidando?
-La especie en extinción número uno es, en general, la mujer y el hombre de campo. Estamos ante una sociedad que observa cómo se derrumba el mundo rural. Hay que salvar estas economías junto con las especies que dan motivo a toda esta película preciosa. Aunque seas un urbanita, a todos nos apetece comer un buen chuletón, y este producto no surge por generación espontánea. Los políticos deben prestar más atención a que se eduque a las futuras generaciones en valores medioambientales. Resulta alarmante que haya niños que desconozcan el origen de los alimentos.
-¿Qué papel juega la genética para lograr este objetivo?
-Viene a poner las cosas en su sitio. No para dar un sello nacionalista, en plan ésta es mi vaca o mi oveja, sino para estudiar su pureza, desde el punto de vista biológico. En el ADN de estos animales existe la huella humana, lo que quiere decir que hace miles de años ya convivían con el hombre.
-¿En qué situación se encuentra Asturias en materia de conservación respecto a otras comunidades españolas?
-No lo está haciendo mal. Creo que lo ha tenido complicado, porque hay unos polos económicos vinculados a la industria muy importantes que han sufrido una reconversión y esto ha comprometido a los recursos naturales. En cuanto a la conservación de las razas autóctonas, ha seguido una buena línea, al hacer de lo ganadero su seña de identidad. Saber que hay vacas como la asturiana de los valles y casina que forman parte del elenco de lo que se muestra; sin complejos. Los ases de la baraja del Principado son la naturaleza y sus hijos. En cuanto a la comunidad que marcha a la cabeza en este aspecto, me quedo con Andalucía.
-¿Cuáles son sus nuevos proyectos?
-He conseguido en La 2 de Televisión Española que todos los días se emita un microespacio denominado «Biodiario», que sitúa la naturaleza en primer plano. También, a través de mi productora, Avatar Wildlife, acabamos de realizar un documental sobre especies invasoras de todo el mundo, me ha llevado un año y medio elaborarlo y se emitirá en TV3 y Televisión Española.
-¿Cuál ha sido su último viaje?
-A través de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente acabo de regresar de Tanzania y Kenia. Son dos países que Rodríguez de la Fuente visitó mucho como guía de safaris fotográficos en los años 60 y 70, una faceta muy poco conocida dentro de su trayectoria.
-¿Tuvo oportunidad de conocerle personalmente?
-No, sólo pude saludarle en dos ocasiones, pero como mero espectador de alguien grande. Cuando él falleció yo contaba con apenas 17 años. Fue el gran maestro, un súper clase. A medida que pasa el tiempo nos estamos dando cuenta de la importancia de su mensaje y del mensajero. Hablando de genética, era el líder de una manada silenciosa, pero muy numerosa, que somos los que consideramos que el futuro pasa por el respeto de la conservación del medio natural.