BMJ 2013; 347: f6340
Aseem Malhotra, interventional cardiology specialist registrar, Croydon University Hospital, London aseem_malhotra@hotmail.com
Enlace estudio: http://www.bmj.com/content/347/bmj.f6340
ANA MELLADO / LONDRES
ANA MELLADO / LONDRES
Durante años, las grasas saturadas de productos como la mantequilla, la
leche o la carne roja han sido estigmatizadas como responsables de las
principales enfermedades cardiovasculares. Su consumo siempre se ha visto con
malos ojos por parte de doctores y nutricionistas que han detallado hasta la
saciedad los peligros que entraña tomarse un buen chuletón. Sin embargo, la
pésima reputación de las grasas podría desaparecer ya que según un estudio
publicado por la prestigiosa revista británica «British Medical Journal», su
consumo no resulta perjudicial para la salud, como hasta ahora se ha asumido.
El cardiólogo británico, Aseem Malhotra, uno de los más prestigiosos en
Reino Unido, afirma que la ingesta de productos bajos en grasa incrementa
paradójicamente el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
La actual obsesión de la población por los productos desnatados o light,
«aterrada» por ese miedo a la grasa, acaba siendo más perjudicial, ya que estos
alimentos disfrazados de saludables presentan un alto contenido en azúcares
añadidos, según expone el doctor del hospital de Cardiff. Ante la guerra
declarada, la industria alimentaria ha tendido a sustituir las grasas
eliminadas en los alimentos por edulcorantes y azúcares para compensar la falta
de sabor.
La evidencia científica actual demuestra que el azúcar es un posible factor
de riesgo independiente para desarrollar síndrome metabólico, según el
cardiólogo. De hecho, se sabe que hoy en día, el 75% de las personas que llegan
al hospital con un infarto tienen «concentraciones de colesterol totalmente
normales».
Por supuesto, conviene diferenciar entre las denominadas «grasas trans»
(las que se hallan en la comida rápida, pastelería y margarina), que son
perjudiciales, y las grasas de la leche, el queso y la carne, que no
representan ningún riesgo para la salud, según se desprende de esta
investigación. Los productos lácteos además de contener vitamina D, cuya falta
se ha relacionado con un aumento de las enfermedades del corazón, cuentan con
calcio y fósforo, que pueden tener efectos reductores de la presión arterial.
Tomar carne procesada se ha vinculado a menudo con mayores tasas de
enfermedades del corazón y diabetes, pero en ningún caso, la carne roja.
El empeño en subsanar los niveles de colesterol viene a confirmar eso de
que el remedio es peor que la enfermedad. Los doctores han prescrito de forma
excesiva medicamentos con «estatinas» para reducir la cantidad de grasas en la
sangre, sin tener en cuenta que los efectos secundarios de este «antídoto» son
mayores que los beneficios, apunta el doctor.
Como ya han advertido otros expertos, Malhotra aboga por una alimentación
sana en lugar de recurrir a los preparados químicos. «Adoptar una dieta
mediterránea tras un ataque al corazón es casi tres veces más efectivo que
tomar una estatina para reducir la mortalidad», concluye.